A ti, que vas por la vida poniendo tu confianza en la juventud, en la fuerza, en el vigor y en la belleza.
A ti, que no escuchas la voz de tus padres cuando por amor te reprenden.
A ti, que presumes de tener toda una vida por delante sin pensar que no somos los dueños de esta.
A ti, que te ufanas de ser libre pero estás atrapado en las cuerdas de las distracciones, placeres y deleites que te ofrece el mundo.
A ti, amado joven, te quiero compartir estas palabras:
Eclesiastés, capítulo 12, versículo 1:
«Acuérdate de tu Creador en los días de juventud, antes que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento».
A ti joven en el amor de Dios te digo: El tiempo de buscar a nuestro Creador es ahora, no esperes a que los años primaverales de tu vida acaben y te reciba el frío invierno de la vida sin haber experimentado la presencia de Dios.
Escucha con atención las siguientes palabras, Eclesiastés capítulo 11, versículos 9 y 10:
«Alégrate, joven, en tu juventud y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos, pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.
Quita pues de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad».
Que bendición para aquellos que desde su tierna infancia empiezan a conocer a Dios y a andar en sus caminos, pues todo lo que necesitamos para peregrinar con firmeza y santidad en este mundo pasajero es la presencia de Dios en nuestras vidas, necesitamos su palabra, necesitamos elpan de vida, necesitamos a nuestro Creador.
Amado joven, busca a tu Creador, búscalo ahora que puede ser hallado, reconoce ante su Santa presencia tu condición pecadora y clama de rodillas ante el único que tiene el poder de darnos vida eterna y sacarnos de la esclavitud del pecado, nuestro Padre Celestial.
Escucha los versículos 17 y 18 del salmo 71:
«Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud , y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
Aun en la vejez y las canas, oh Dios no me desampares,
hasta que anuncie tu poder a la posteridad,
y tu potencia a todos los que han de venir».
Que la paz de Dios sea con todos ustedes.